![Sri Lanka](http://oleaconsultancy.asia/es/wp-content/uploads/2019/05/jaromir-kavan-1203403-unsplash_opt.jpg)
A la mayoría de los lectores , Sri Lanka les queda muy lejos y les es muy desconocida. A mi, me queda muy cerca y es un país que he visitado a menudo en los últimos diez años. Quisiera compartir algunas reflexiones en estos momentos dolorosos en la esperanza, pueril tal vez, de que un día no tan lejano, atentados como los del domingo sean sólo historia, dolorosa, pero historia pasada.
Sin ninguna duda los que detonaron las bombas son los únicos responsables de las matanzas, en el momento en que escribo, 290 muertos y casi 500 heridos. Pero hay cosas que los demás, usted o yo, los países de oriente y occidente, los líderes políticos y religiosos, podríamos hacer mejor.
En primer lugar, en muchos países, especialmente en occidente, la legislación criminal y su aplicación jurisdiccional y penitenciaria está llena de buenismo inútil. Siento haber perdido mis ilusiones de juventud, pero el terrorismo se combate no ya con mano dura sino durísima en cuanto a las penas que comporta y al tratamiento penitenciario de los condenados.
En segundo lugar, los atentados de ayer lo fueron en contra del cristianismo. No es la primera vez en estos últimos meses o años, ni será la última, porque el cristianismo, la religión que ha dado lugar a la civilización con mayor desarrollo económico, personal y social de la historia, vive momentos de debilidad. Una debilidad ocasionada, curiosamente, por acérrimos enemigos del cristianismo en los mismos países en que esta religión ha sido el motor de un desarrollo y un bienestar desconocido en ningún otro país, región o momento histórico. Y, justo es decirlo, una debilidad ocasionada en gran medida por los propios líderes religiosos del cristianismo que, en parte, se han separado de sus seguidores y de sus propias normas morales.
En tercer lugar, el islamismo no es una religión de odio sino de amor y sus seguidores no odian ni a cristianos ni a budistas ni a nadie. Su problema es que es muy fácil convencer a un musulmán pobre e ignorante. Imaginen una autoridad religiosa que ofrezca, a hombres solamente, la muerte a cambio del premio de un cielo llena de mujeres y de manjares para ellos, es fácil, ¿verdad? ¿Pero porqué no se persigue a esos líderes? En Malasia y Singapur, el líder religioso, que, en templo, escuela u otro lugar, use su autoridad para incitar al odio o a la violencia es severamente castigado. Yo haría lo mismo en todo el mundo, sin distinción de credo.
En cuarto lugar, los atentados siguen porque en occidente somos débiles. No queremos atacar la raíz del problema, la financiación del terrorismo, aún cuando sabemos quien está detrás. Y no lo hacemos porque no queremos renunciar a nada en nuestra vida confortable y, a menudo, los mismos que financian terror contra occidente o contra el cristianismo son los mismos a quien compramos bienes tan necesarios para esa buena vida a la que no queremos renunciar ni un poco siquiera.
En quinto lugar, Sri Lanka es un destino maravilloso, de gentes amables y pacíficas, con una larga y rica tradición histórica y religiosa plasmada en templos y fortificaciones, muchas del espléndido período colonial portugués. Un país de una increíble belleza natural, con las mejores y más bellas plantaciones de té del mundo y con una enorme extensión de parques nacionales con la mayor concentración del mundo, por ejemplo, de elefantes y de leopardos. Magníficas playas y buenos hoteles complementan el atractivo del destino.
En sexto lugar, mucho se ha escrito sobre las repercusiones que los horrendos atentados tendrán en el turismo en Sri Lanka. Espero que sean pocas. Y me alegro mucho de que se hable de turismo, porque eso demuestra, una vez más, que el turismo es la industria que da más trabajo, que ayuda al desarrollo de las infraestructuras, que hace que nos conozcamos gentes de diferentes países, razas y religiones. Y si mañana tengo que subirme a un avión para ir a Sri Lanka por trabajo o por vacaciones, lo haré, sin dudar y sin temor, porque sólo le tengo miedo al miedo, porque el día que no me suba a ese avión, los que asesinaron vilmente a casi 300 inocentes, habrán vencido.