![](http://oleaconsultancy.asia/es/wp-content/uploads/2018/09/shibuya-crossing-923000_1920.jpg)
Después de muchos años viajando constantemente, a veces me preguntan familiares, amigos y conocidos que cuál es el país y la ciudad que más me gusta de las que he conocido. Siempre contesto lo mismo, que a mí me gusta tanto viajar que no hay lugar al que no encuentre algo, pero que, si alguien me pusiera una pistola en la sien y me dijera, “elige una”, elegiría Tokio. No hay ciudad más limpia, con gente más educada, tanto en lo personal como en lo profesional, con tanta historia y, a la vez, tan futurista, en donde la tranquilidad y el estrés tienen su momento y su lugar, como lo tienen el orden y la pizca de locura y donde, como no, con permiso de París, de Madrid, de Nápoles, de Beijing, de Bangkok, se come como en ningún otro lugar sobre la tierra.
Por cierto, desde Tokio escribo, fiel a mi cita con la feria turística de JATA. Ya sé que me repito, pero, advierto, no pienso cansarme. Lo mejor que podemos hacer para captar más del mercado japonés es promocionar que haya más vuelos. Me dicen los japoneses lo que ya sé, que a ellos España les encanta, pero que no hay destino importante y apetecible con tan pocos vuelos directos como nuestro país. Iberia ha lanzado, tímidamente, conexiones, pero es muy poca capacidad para un país de gente adinerada, viajera y, además, una de las cinco mayores economías del mundo, seguramente la tercera.
Vivimos prisioneros de seguir haciendo siempre lo mismo. ¿Dónde está la famosa creatividad hispana? ¿Es que no es posible pensar en algo más que en cliente nacional, británico, alemán y francés amante del sol y playa en los meses de verano? ¡Sé de ejemplos que demuestran que somos capaces de algo más, por ejemplo, de situar a Madrid y Barcelona en el top 5 de ciudades mundiales de congresos, o el maravilloso Camino de Santiago, al que llegan caminantes no cristianos hasta de Busan (Corea del Sur) y hasta estamos siendo capaces de vender tradiciones tan patrias como la Semana Santa de Sevilla, el Corpus de Toledo, los San Fermines y hasta la tomatina de Buñol!
No es menos cierto que tenemos una red de Paradores tan única como extraordinariamente mal gestionada y peor promocionada, un servicio en aeropuertos y demás infraestructuras y, también, bueno es admitirlo, de algunos hoteles, restaurantes y demás oferta que deja mucho que desear y en el que hemos retrocedido en vez de avanzar y, sobre todo, tenemos el inmenso lastre de una promoción pública absolutamente inútil, además de carísima, la gestione el gobierno o partido que la gestione ya que todos rivalizan en hacerlo mal a un coste altísimo.
Pues bien, ¿podemos gastar algo en fomentar los vuelos con Japón y en poner en valor para ese mercado la herencia cultural y paisajística, los establecimientos únicos, la gastronomía excelsa y tanto más por ofrecer? No pido más gasto. De la millonada que nos gastamos en promoción en el Reino Unido o Alemania, en donde nos conocen hasta los nasciturus, dediquemos una pequeña parte a Japón. Esa es mi petición del día, más clientes japoneses nos harán bien a todos. Mucho bien. Aunque sea sólo porque se nos pegue algo.
¡Vaya! Había empezado este artículo sereno, confesando mi fascinación por Tokio y me he vuelto a molestar. En el fondo me molesto por la comparación. Porque España es un país fantástico y estamos prisioneros de un sistema que prima la mediocridad y la desidia. Me pregunto qué harían los japoneses si fueran españoles ante esta falta de impulso tan generalizada en España. No tengo claro si lo atacarían en plan kamikaze o se harían el harakiri.